(Este post también va dedicado a mi amigo Snipe, quién me ha soportado las quejas ya bastantes veces. Gracias por ser un buen amigo!)
Mi historia comienza el viernes. Me había quedado a dormir en la casa de mi mejor amiga, pero me desperté lo antes posible (a pesar de que nos dormimos tarde) para regresar a mi casa a preparar la maleta. Aunque debo confesar que en parte tenía prisa para regresar a mi casa por que era posible que llegara a visitarme mi novio (lo cual no sucedió, pero bueno).
Despues de hacer las maletas y el drama de que no vino mi novio, finalmente partimos hacia Suchitoto. No es un viaje largo, pero yo lo sentí largo por el miedo que a mi reproductor de música se le acabara la batería (a duras penas sobrevivió la pobre cosa).
Y se preguntarán ustedes qué tiene de genial un viaje a Suchitoto (si es que saben a lo que me refiero), ya que con una vez o dos que uno vaya es suficiente, y yo he ido unas 3 o 4 veces. Bueno, resulta que después de que mi hermana y yo nos quejamos de que siempre vamos a hoteles feos (vivan los padres ahorrativos y todo eso! (sarcasmo)) y de que por una vez solita nos hubiera gustado ir a un hotel bonito, nuestros padres decidieron darnos el gusto y nos llevaron a un hotel super genial (y creanme, vale la pena ir a Suchi para quedarse en este hotel!) llamado los Almendros de San Lorenzo. Nosotras, encantadas y fascinadísimas no nos aguantábamos las ganas de llegar.
Como de costumbre, hacía un calor intenso en Suchitoto. Sentía que nisiquiera me había bajado del carro y mi cuerpo ya era una fuente. Pero el hotel estaba divino y a ninguno le cabía la sonrisa en la cara. Eran casi las 5 de la tarde, pero aun así mi hermana, mi papá y yo salimos a dar una vuelta y a comer unas pupusas. Al regresar nos bañamos en la piscina, después fuimos a cenar y regresamos al hotel a descansar, listos para un día a lo espontáneo, ya que no habían planes.
A la mañana siguiente, yo me desperté tipo 10 am, ya que me había acostado algo tarde, y estaba medio lela por que me había tomado unos calmantes (un poquito mas de la cuenta) para poder dormir, pero no me hicieron efecto hasta mucho después de lo que yo había calculado. Aún así, no partimos hasta mucho después de eso, llegando a la una y cuarto de la tarde. Todos habíamos desayunado muy bien en el hotel, así que no nos molestamos en almorzar.
Mi mamá sugerió que fueramos a Cinquera, un pueblo que queda relativamente cerca de Suchitoto en el cual hay un ex campamento guerrillero y una "cocina vietnamita" que mi mamá moría por ver.
Creo que de puro milagro llegamos, por que íbamos sin mapa y con instrucciones vagas, pero, cerca de una hora despues de haber salido de Suchi, llegamos al pequeño y tranquilo pueblo de Cinquera.
Este pueblo fue azotado por la guerra hasta el punto en el que sus habitantes tuvieron que huír y regresar al haber pasado el peligro. En su modesta plaza central se encuentra la cola de un avión de guerra, y en el pequeño patio afuera de la antigua iglesia se encuentran tres ojivas, unos recuerdos de la guerra que han sido acogidos por el pueblo y adaptados a la vida moderna, ya que a falta de campana de iglesia, se utilizan estas ojivas para llamar a la gente a misa (esto nos sorprendió; al principio no entendíamos por que había un grupo de niños golpeando las ojivas con piedras).
Nos dirigimos a la ARDM (
Decidimos tomar el tour guiado que nos llevaría hasta un mirador y luego a el ex campamento guerrillero y la cocina vietnamita en el descenso. El hecho de tener que caminar hacia un mirador no me era de mucha gracia, ya que hacía calor y acababamos de caminar un buen tramo desde la plaza central de Cinquera. Pero en fin, había sombra en el bosque y de igual manera me hacía falta el ejercicio. Sin mencionar que últimamente le estoy tomando más interes a todo esto de la guerra (esto es, en parte, gracias a la ida a perkin con mi mamá, mi hermana y mi novio...ese viaje estuvo espectacular!).
[Debo agregar que el guía era un muchacho divertido y que nos motivó a seguir subiendo. También iban unos amigos con el, y entre chistes y charlas logramos subir hasta el mirador.]
No les voy a decir que fue como darle la vuelta a mi cuadra. Para nada! Fue toda una odisea. Parecía que no llegabamos jamás..."Uy, que horror, faltan 50 metros y vamos en subida!"....Menos mal que habíamos desayunado bien, por que si no, yo hubiera desfallecido (además que me pongo de muy mal humor cuando tengo mucha hambre). Pero la bajada la senti 5 veces más rápida, especialmente por las ganas de ver la desgraciada cocina maravilla.
Llegamos al ex campamento conocido como "La Cascabel". La razón por la cual quede impresionada era por cómo los guerrilleros pudieron usar esa mini área (diría yo) como hospital (improvisado, supongo), área de entrenamiento y (obviamente) campamento. Pero bueno, esos guerrilleros si que me impresionan cada vez más. Después llegamos al área donde estaba la cocina. Menos mal que habia un gran cartelote y que el guía nos dijo que esa era la cocina, por que si no, yo no me daba cuenta.
La cocina eran unas piedras estacadas contra la tierra. Unos túneles cubiertos por tejas cerámicas partían de los hoyos en las piedras donde cocinaban hacia más arriba en la montaña. Este método fue utilizado por los vietnamitas, y lo que hace es que disipa el humo para que los enemigos no los encuentren. Bastante ingenioso!
Lo que más risa me dió fue que mis papás habían creído que la cocina eran unas estructuras de metal (que no me acuerdo que eran, si tanques de almacenamiento o qué). Los miraban como en un estado de mistificación, preguntándose como rayos funcionarían esas cosas, cuando el guía les dijo que la cocina era "esta" y apuntó a las piedras. Ese momento no tuvo precio. Jajaja!
Llegamos de regreso a la entrada del parque a las 4 de la tarde, ya con bastante hambre y ganas de regresar a Suchi (aunque yo queria ver si encontraba pupusas en Cinquera!). Llegar de regreso a Cinquera fue como llegar al cielo. Lo primero que hicimos fue comprar agua, y después mi hermana y yo comimos unas tortillitas algo feas, pero con el hambre que teníamos el sabor no importaba mucho. No cabe mencionar que las pupusas me las tuve que ir a comer a Suchi, pero ni modo.
Al ir regresando a Suchitoto nos encontramos con el guía del parque y sus amigos, quienes iban a un pueblo que quedaba cerca, así que los alcanzamos hasta allí. Al irnos alejando cada vez más me dieron ganas de regresar algún día, aunque en ese momento mi prioridad era comer.
Tipo 5 de la tarde llegamos a Suchitoto, y lo primero que hicimos mi hermana y yo fue ir a comprar unas papas fritas (no muy saludables ni limpias, creo yo, ya que una media hora después me dio dolor de estómago) y unas pupusas para calmar el hambre.
Para aplacar el calor y el cansancio, nos metimos a la piscina un buen rato y más tarde fuimos a cenar al restaurante del hotel. Fue un buen final para un buen dia.
A la mañana siguiente, un tranquilo pero caluroso domingo, mi papa y yo fuimos a caminar, pero no logramos ir más allá de la Fonda El Mirador, ya que el calor estaba pesado. Nos regresamos al hotel, donde arreglamos un poco la maleta y esperamos a que mi hermana y mi mamá salieran de la piscina para poder alistar todo y regresar a San Salvador. A pesar de que nadie se quería ir del hotel, ya queríamos regresar a nuestro hogar. Salimos de Suchitoto al mediodia para llegar a almorzar a San Salvador.
Y bueno, fue un gran viaje, a pesar de que pasé horas buscando un lugar o una persona que vendiera paletas de sombrilla y no encontré nada.
A veces siento que por más extranjera que séa, no puedo negar que, en todos estos años, una parte de mí se ha vuelto Salvadoreña.
1 comment:
Y lo dudás. =B
Lindo post. Y gracias por la dedicatoria. ♥
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